Enfermedades desmielinizantes y esclerosis múltiple


 Enfermedades desmielinizantes y esclerosis múltiple

Elaboró:

Hernández Román Nancy Julieta

Reyes Castro Jaime Ulises

Las enfermedades desmielinizantes son afecciones del SNC, que producen daño y alteraciones de la homeostasis de mielina, con conservación relativa de los axones. La pérdida de mielina produce alteración de la transmisión de los impulsos nerviosos a lo largo de los axones, lo que se relaciona con las deficiencias clínicas de estas enfermedades.

Estas alteraciones pueden estar causadas por destrucción de la mielina ya existente (desmielinización), formación de mielina anormal (dismielinización) o alteración en su metabolismo (leucodistrofias).

Estas enfermedades tienen una evolución crónica, principalmente por la incapacidad de SNC de regenerar la mielina normal y el daño secundario a los axones que aparece tras la evolución de la enfermedad desmielinizante.

Diferentes mecanismos provocan destrucción de la mielina como son inmunológicos y algunas infecciones (virus JC, que produce leucoencefalopatía multifocal progresiva).

 

Esclerosis múltiple (EM).



Definición.

Es una enfermedad desmielinizante de causa autoinmunitaria que se caracteriza por episodios de déficit neurológico atribuible a la lesión de la sustancia blanca. Estos episodios están separados en el tiempo, bien delimitados, con exacerbaciones y remisiones.

 

Epidemiología.

Es la enfermedad desmielinizante más común, con una prevalencia de 1 por cada 1,000 personas.

Aparece a cualquier edad, pero afecta principalmente a individuos adultos (entre 30 y 40 años de edad) y los casos en niños y adultos mayores de 50 años son excepcionales.

Afecta más a las mujeres en una relación 2 a 1 respecto a los hombres.

 

Etiología, patogenia y factores de riesgo.

Las lesiones de la EM se deben a una respuesta autoinmunitaria frente a componentes de la vaina de mielina.

La etiología de esta enfermedad es desconocida y se asocia a una serie de factores genéticos (genes HLA y no HLA) y ambientales, tal como otras enfermedades autoinmunitarias. La presencia de linfocitos autorreactivos y la pérdida de la tolerancia inmunológica, lleva a la activación del sistema inmune contra estos componentes, que se teoriza que es causada por una infección viral concomitante.

Los mecanismos inmunes implicados en la destrucción de la mielina están relacionados con la activación de linfocitos T autorreactivos que se diferencia hacia linfocitos Th17 y Th1 que pueden reaccionar frente a los antígenos de la mielina y secretar citocinas como IFN-γ, que puede activar a macrófagos, e IL-17 que permite el reclutamiento y activación de neutrófilos. La desmielinización se produce por estos leucocitos activados y sus productos, que producen daño a la mielina.

También se considera la participación de la inmunidad humoral (anticuerpos) puesto que se encuentran bandas oligoclonales en LCR y el tratamiento con fármacos que reducen el número de linfocitos B, disminuye las lesiones desmielinizantes en pacientes con EM.

Presentar un familiar de primar grado con EM (el riesgo es de 15 veces respecto a la población general)

También, la presencia de HLA-DR2 aumenta tres veces el riesgo de presentar la enfermedad. Aun así, hay otros genes relacionados con la propensión aumentada a EM.

Es una enfermedad que tiene mayor prevalencia en climas templados.

 

Morfología.

Las lesiones están localizadas en la sustancia blanca del encéfalo y la médula espinal, predominantemente en la sustancia blanca periventricular, los nervios y el quiasma óptico, el tronco encefálico, cerebelo y médula espinal. Pueden extenderse hacia la sustancia gris.


Se caracterizan por ser más firmes que la sustancia blanca circundante (esclerosis) y se aprecian como placas pardo-grisáceas, de aspecto vidrioso, redondeadas, lisas, bien delimitadas y ligeramente deprimidas. Esta adecuada delimitación se aprecia mejor con tinciones para mielina (azul luxol rápido-ácido peryódico de Schiff).

El tamaño de las lesiones es variable y pueden ser desde focos microscópicos de desmielinización hasta placas confluentes extensas. Suelen ser menores de 2 cm.

En lesiones activas, microscópicamente se encuentran macrófagos abundantes con linfocitos y monocitos en los márgenes externos de la lesión, formando manguitos perivasculares. Los axones están relativamente conservados, hay pérdida de oligodendrocitos y los astrocitos tienen cambios reactivos.

En lesiones quiescentes o inactivas, las células inflamatorias desaparecen lentamente y se identifica poca mielina y se observa disminución de oligodendrocitos, con proliferación de astrocitos (gliosis).

Algunas placas no tienen distinción clara entre la sustancia blanca norma y afectada. Esto se relaciona con evidencias de remielinización parcial e incompleta, que se observan con vainas de mielina anormalmente adelgazadas.


Características clínicas.

En la mayoría de pacientes con EM, el curso de la enfermedad se basa en episodios de deterioro neurológico remitentes y recurrentes de duración variable (semanas, meses e incluso años), que siguen de una recuperación gradual y parcial de la función neurológica. Estas afectaciones se dan en áreas distintas del SNC en diferentes momentos, lo que es característico de la EM. También es importante destacar que la frecuencia de recaídas disminuye con la evolución de la enfermedad, pero el deterioro neurológico es paulatino en estos pacientes.

Las manifestaciones clínicas son amplias, dependiendo del sitio afectado. Aun así, se encuentran patrones frecuentes de alteración neurológica.

Pueden producirse alteraciones visuales (desde visión borrosa hasta amaurosis), generalmente unilaterales, producidas por la alteración del nervio óptico (neuritis óptica o retrobulbar). Es una manifestación inicial frecuente en pacientes con EM, pero deben establecerse episodios múltiples de neuritis óptica para realizar el diagnóstico de EM.

Las afectaciones en el tronco encefálico provocan alteraciones de los pares craneales, ataxia, nistagmo, oftalmoplejía y diplopía

Las lesiones de la médula espinal (mielitis transversa) producen alteraciones sensitivas (parestesias) y motoras (paresias) en los miembros y disminución del control voluntario de la micción.

 

Diagnóstico.

El LCR de los pacientes con EM muestra concentración de proteínas elevada (hiperproteinrraquia), con IgG elevada y bandas oligoclonales. Puede haber pleocitosis.

Los estudios imagenológicos con resonancia magnética nuclear ¿permiten observar lesiones en diferentes sitios de la sustancia blanca del SNC y permiten valorar la progresión de la enfermedad. Algunas placas de desmielinización encontradas por resonancia magnética pueden ser asintomáticas.




Tratamiento.

El tratamiento se basa en la utilización de diferentes fármacos inmunomoduladores e inmunosupresores, que están enfocados en suprimir la actividad de la enfermedad y disminuir la recurrencia de la misma.

 

Pronóstico.

El curso de la enfermedad es crónico, remitente y recidivante, que producen un déficit neurológico acumulativo y prácticamente irreversible sin tratamiento.

El compromiso funcional es muy variable con discapacidad leve a grave, manifestándose en este último caso como parálisis generalizada, disartria, ataxia, alteración grave de la visión, incontinencia y demencia. Estos pacientes pueden fallecer por parálisis respiratoria.

La mayoría de pacientes con EM tienen una supervivencia de 20 a 30 años después del inicio de los síntomas.

 

Referencias.

  • Kumar V, Abbas A, Aster J. Robbins y Cotran Patología estructural y funcional. España: Elsevier; 2015.
  • Rubin E, Strayer D. Patología fundamentos clinicopatológicos en medicina. España: Wolters Kluwer; 2015.

 

 

 

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